Ya son varias familias con hijos jóvenes que veo acoger con soltura y liviandad a la enamorada del hijo, desayunando o almorzando con total familiaridad. Me pregunto si eso puede ser igual para las hijas mujeres hoy en día.
«¡Mama, papá! ¿Puedo traer a mi enamorado a desayunar o almorzar con nosotros?»
Los tiempos tiempos están cambiando y nosotros los padres tenemos una actitud más abierta sobre las relaciones de enamoramiento de nuestros hijos adolescentes y jóvenes como un aspecto natural de su propio desarrollo de vida. A diferencia de nuestra generación, que tenía que ingeniárselas para ver al enamorado, salir con él y compartir esos momentos íntimos. A mi parecer estos momentos son importantes de vivir en la etapa adolescente cuando atraviesas por esa hermosa sensación de enamorarte y sentir que estas amando.
Lo bueno de las nuevas generaciones es que traen consigo nuevas enseñanzas que nos permiten conocer que dentro de cada ser humano existen intereses, deseos, necesidades que se requieren desarrollar y son propias de cada etapa del ciclo vital. Como padres y madres, nuestra labor es ayudarles a que atraviesen estos procesos que a su vez los dotarán de capacidades para afrontar la vida con todo lo que ella implica y más aún si del amor se trata. No tengamos miedo de fallar, aprendamos junto con nuestros hijos.
Considero que muchos errores que cometemos los adultos en nuestra vida sentimental pueden estar influenciados por haber vivido enamoramientos con cierta culpa, temor y prohibición.
Y ustedes, ¿qué opinan? ¿Les ha pasado una situación similar?